El cardenal paraguayo Adalberto Martínez Flores, arzobispo de Asunción, durante su estadía en Roma en el marco de las actividades por el fallecimiento del papa Francisco, compartió una cena de confraternidad en la Casa de los Padres Redentoristas.
Participaron del encuentro el Cardenal Leopoldo Brenes, Arzobispo de Managua, Nicaragua, también redentorista y titular de la iglesia San Gioacchino en Roma; el Superior General de los Redentoristas; el padre Giuseppe, misionero italiano que sirvió durante años en la zona de Bucú, Diócesis de Pilar; el padre. Juan, sacerdote paraguayo y futuro diplomático de la Santa Sede, y los secretarios cancilleres de ambos cardenales.
Este tipo de encuentros se desarrolla también en busca del fortalecimiento de las relaciones entre las diferentes congregaciones, al igual que con sus representantes, contando a su vez con un espacio para compartir experiencias eclesiales en sus diferentes países.
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Así también desde el Arzobispado de Asunción anunciaron que el día de mañana 26 de abril, a las 10:00 de la mañana en Roma y 5:00 de la mañana hora paraguaya, se llevará a cabo la Misa Exequial en la Plaza de San Pedro, presidida por el Cardenal Giovanni Battista Re y posteriormente el féretro del papa será trasladado hasta la basílica de La Santa María la Mayor donde será inhumado.
Conclave
Aunque el Vaticano por ahora descartó anunciar una fecha de la reunión para elegir al nuevo papa, el cónclave debe celebrarse en la emblemática Capilla Sixtina en un plazo de entre 15 y 20 días desde su muerte, o antes si los cardenales lo deciden.
Más de dos tercios de los 135 purpurados electores fueron nombrados por el difunto papa. Los tradicionales nueve días de duelo en el Vaticano tras la muerte de un pontífice -los Novendiales- comenzarán el sábado. El cardenal argentino Víctor Manuel Fernández presidirá la ceremonia del sexto día.
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Paraguay conmemora su tercer año con un cardenal paraguayo
Por: Sara Valenzuela
El mes de agosto se despide con un gran cúmulo de emociones para el cardenal paraguayo Adalberto Martínez, quien hace solo ocho días conmemoraba el aniversario 40 de su ordenación sacerdotal y el pasado miércoles 27 se cumplían 3 años de haber sido nombrado cardenal por el papa Francisco.
Adalberto Martínez Flores se convirtió no solo en el primer cardenal paraguayo nacido en suelo guaraní, sino que a su vez fue la imagen viva del compromiso de la Iglesia con nuestro país y su gente, que consideró este nombramiento un regalo a su fe y un mensaje de esperanza.
Tras convertirse en el primer purpurado paraguayo, Martínez ha vivido estos tres últimos años con el gran peso y honor de representar al Paraguay y a su pueblo católico ante la Santa Sede en Roma, asistiendo a eventos clave y siendo parte incluso de la elección del actual Papa, un hecho en el que Paraguay jamás había tenido un representante. En conversación exclusiva con La Nación/Nación Media, nos da detalles sobre sus desafíos y su rol en la iglesia paraguaya.
¿Cómo se sintió al saber que se convertiría en el primer cardenal paraguayo?
Me sorprendió. Pero siempre he procurado mantenerme abierto a la voluntad de Dios, que se manifiesta a través de la Iglesia. En este caso, el Papa Francisco se fijó en este servidor para regalar al Paraguay su primer cardenal. Sabemos que la creación de cardenales es una decisión muy personal del Santo Padre.
¿Qué significó este nombramiento para usted?
Significó una responsabilidad mayor a la que ya tenía como arzobispo metropolitano de Asunción. El Paraguay es una única Provincia Eclesiástica, cuyo centro es el Arzobispado de Asunción. Esta es una jurisdicción de alta demanda pastoral, que requiere cercanía, discernimiento y fortaleza. Y si a ello se suma el servicio de cardenal, el compromiso se hace aún más grande. Sin embargo, como dice el Señor: “mi yugo es suave y mi carga ligera” (Mt 11,30). Es la gracia de Cristo la que aligera este peso y sostiene nuestra misión.
Tras tres años de su nombramiento, ¿cómo gestiona este cargo?
Han sido tres años muy intensos, tanto en el ámbito eclesial como en el plano nacional. Acabo de cumplir 40 años de ordenación sacerdotal y próximamente 28 años de consagración episcopal. He ejercido el ministerio episcopal en diversas diócesis del país: como auxiliar de Asunción, primer obispo de San Lorenzo, obispo de San Pedro, de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, obispo de Villarrica y, finalmente, arzobispo de Asunción.
En este camino, el servicio del ministerio episcopal —vivido siempre en comunión con los obispos eméritos, con los pastores de otras diócesis y con el pueblo de Dios— ha buscado promover la cultura del encuentro: derribar muros y construir puentes, con la esperanza de que “todos sean uno, en el Señor” (Jn 17,21).
Como cardenal, esa misión se amplifica. En el Paraguay se confía en este servicio como un aporte concreto para ayudar a sanar divisiones y fomentar el diálogo, buscando consensos que conduzcan al bien común.
Las tareas pastorales propias del arzobispo son exigentes, pero se alivian gracias al compromiso de los obispos eméritos, de los otros obispos de nuestras jurisdicciones, del clero arquidiocesano, de los religiosos y religiosas, de los laicos organizados en movimientos, y también de personas de buena voluntad —incluso no católicos— que nos ayudan a impulsar la vida de la Iglesia y a cumplir su misión esencial: la evangelización de nuestro pueblo.
¿Cuáles cree que son los principales desafíos desde su actual puesto en la Iglesia católica paraguaya?
La tarea fundamental del obispo es la evangelización. En nuestra Carta Pastoral del 5 de marzo pasado, “Iglesia sinodal: peregrina de esperanza para la vida plena de nuestro pueblo, en Jesucristo”, expusimos los principales desafíos de la sociedad paraguaya y de la Iglesia en la Arquidiócesis de Asunción, así como las líneas de acción para los próximos años.
El Señor mismo nos recuerda: “Vine para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn 10,10). La prioridad de la Iglesia es promover la dignidad de la persona humana y su vida plena en Cristo. Como afirma el Concilio Vaticano II: “el gozo y la esperanza, la tristeza y la angustia de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de los afligidos, son también gozo y esperanza, tristeza y angustia de los discípulos de Cristo” (Gaudium et Spes, 1).
Nuestro objetivo es emprender toda acción eclesial en torno a las tres dimensiones fundamentales de la evangelización: escuchar y anunciar la Palabra, celebrar la redención y servir en la promoción humana integral. La voluntad del Padre es que respondamos al clamor de los pobres, siguiendo a Jesús, y que enfrentemos el pecado estructural que daña a nuestro pueblo con la fuerza del Evangelio y con la conversión del corazón, para construir sobre las ruinas del odio y la violencia la civilización del amor.
¿Qué mensaje le gustaría dejarle al pueblo paraguayo?
El gran desafío es afrontar, desde la fe cristiana, una sociedad cada vez más golpeada por la violencia. Invito a todos a asumir la responsabilidad de “transformar las realidades y crear estructuras justas según los criterios del Evangelio” (DA 210).
Si bien nuestra misión se dirige en primer lugar a los bautizados, la construcción del bien común es tarea de todos, sin distinción de credo religioso o de filiación política. Hago una llamada a todas las personas de buena voluntad para emprender juntos una cruzada nacional por el saneamiento moral de nuestra nación. Es una tarea urgente e impostergable.
El Paraguay necesita signos de esperanza de quienes tenemos responsabilidades en la sociedad. La Iglesia no puede defraudar la confianza que el pueblo deposita en ella. La Doctrina Social de la Iglesia es un tesoro que ofrecemos a quienes ejercen liderazgo en el país, y también a cada ciudadano, como una herramienta para el bien común y el desarrollo integral de nuestro pueblo.
El Paraguay nos necesita a todos. Nadie debe quedar excluido de esta misión de recuperar los valores y virtudes que nos permitirán construir el país que soñamos y necesitamos.
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Adalberto Martínez, el rostro paraguayo ante Roma
Por Sara Valenzuela
Apenas el domingo pasado, el cardenal Adalberto Martínez recordaba con una emotiva carta de agradecimiento y esperanza el aniversario 40 de su ordenación sacerdotal, y hoy recordamos su tercer año como el primer cardenal paraguayo, reviendo hoy no solo el sentimiento de aquel 27 de agosto de 2022 cuando, durante el consistorio, el papa Francisco le daba un regalo invaluable al Paraguay, sino que analizando el trayecto de representación histórica que ha vivido la Iglesia paraguaya.
Proveniente de una familia humilde y con un temple que jamás olvidaría sus raíces, Adalberto Martínez Flores, actual arzobispo metropolitano de la Santísima Asunción, ha vivido estos tres últimos años con el gran peso y honor de representar al Paraguay y a su pueblo católico ante la Santa Sede en Roma, luego de convertirse en el primer purpurado paraguayo, asistiendo a eventos clave y siendo parte incluso de la elección del actual Papa, un hecho en el que Paraguay jamás había tenido un representante.
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En conversación con La Nación / Nación Media, el comunicador católico Mariano Mercado recordó que la noticia de que Paraguay contaría con un cardenal nacido en tierra paraguaya fue histórica y emocionante, convirtiéndose a su vez en cierta medida en un reconocimiento no solo a la trayectoria pastoral de monseñor Adalberto Martínez, sino también a la fe viva del pueblo paraguayo.
“Tener un cardenal significa que Paraguay tiene voz más cercana y presente en la Iglesia universal, en los espacios en los que se toman decisiones de gran trascendencia. Es una presencia que nos fortalece y nos abre al mundo, mostrando que, aunque somos un país pequeño en territorio, la fe del pueblo es grande y fecunda. Esto lo había dicho el mismo papa Francisco cuando estuvo en nuestro país”, comentó Mercado, respecto al gran significado de este cargo.
En cuanto a la Iglesia católica, él mismo subrayó que esto significa también, en gran medida, una mayor cercanía con el Papa y con el corazón mismo de la Iglesia, ya que el cardenal Martínez lleva consigo la historia, la esperanza y los desafíos de todo un pueblo, al igual que una responsabilidad enorme, ya que debe actuar como puente entre Paraguay y el obispo de Roma, maximizando así la realidad local ante la universalidad de la Iglesia católica.
En varias de sus homilías e intervenciones, el cardenal Martínez ha dejado siempre el mensaje de amor al prójimo y su voluntad por luchar por los menos favorecidos, recordando que asistir a los más débiles y necesitados es un llamado al que todo católico debe recurrir siempre con un corazón servicial y humilde.
“Mi elección nació de la certeza de que Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida, y en Él encontré la fuente y la razón de mi entrega. Estos años de misterio me han enseñado la importancia que tiene el pastor de ser próximo, cercano, especialmente hacia los más vulnerables del rebaño que el Señor nos confía: los pobres, los enfermos, los pequeños y los olvidados”, comentó el cardenal durante la lectura de su carta por su 40 aniversario de sacerdocio.
Aprovechando siempre cada espacio en el que tiene la oportunidad de participar como representante católico del Paraguay, el cardenal Martínez ha dejado en claro que la prioridad de la Iglesia paraguaya es acompañar a su pueblo a afrontar las diversas y difíciles realidades con las que tiene que lidiar día a día, enseñándoles siempre que la voluntad de Dios es permanecer firmes y fieles a su palabra.
Desafíos
En ese sentido, Mariano Mercado reflexionó sobre los desafíos que enfrenta el cardenal paraguayo, destacando que, desde su punto de vista, el principal desafío con el que cuenta es el del acompañamiento de una sociedad que vive cambios profundos marcados por la desigualdad y las heridas sociales, al tiempo de trabajar pastoralmente en nombre de una gran esperanza.
“La Iglesia tiene su misión fundamental de anunciar el Evangelio, buscar la salvación de las almas, pero también denunciar las injusticias. Él tiene la misión de ser voz profética, de guiar con firmeza y ternura, y de ayudar a que la Iglesia en Paraguay siga siendo cercana al pueblo, especialmente a los más pobres y necesitados, como siempre lo hizo siendo sacerdote, obispo y ahora cardenal”, finalizó Mariano Mercado.
El contar con un representante como el cardenal Adalberto Martínez no solo se ha convertido en un hecho histórico para la Iglesia paraguaya, sino que marca también la posibilidad de que la Iglesia cuente cada vez con mayor representación y cooperación de paraguayos con un testimonio de fe que promueva una Iglesia católica más firme y comprometida con el pueblo.
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El cardenal Adalberto Martínez celebró 40 años de ordenamiento sacerdotal
Este domingo, durante el Jubileo de Catequistas, se llevó a cabo una misa presidida por el cardenal Adalberto Martínez Flores, arzobispo metropolitano, quien celebró el aniversario 40 de su ordenación sacerdotal, compartiendo un mensaje de gratitud, fe y esperanza con todos los presentes y el cual busca que llegue a toda la comunidad.
El cardenal Martínez recordó que el 24 de agosto de 1985 se ordenaba como sacerdote en la parroquia La Piedad de Asunción, rodeado de sus hermanos sacerdotes, de sus familiares y del pueblo de Dios, de la mano del monseñor Séan O’Malley (entonces obispo de la Diócesis de Saint Thomas, en las Islas Vírgenes de Estados Unidos).
“Mi elección nació de la certeza de que Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida, y en Él encontré la fuente y la razón de mi entrega. Estos años de ministerio me han enseñado la importancia que tiene el pastor de ser próximo, cercano, especialmente hacia los más vulnerables del rebaño que el Señor nos confía: los pobres, los enfermos, los pequeños y los olvidados”, comentó el cardenal durante la lectura de su carta de agradecimiento.
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Utilizó los dichos del papa Benedicto XVI, quien señalaba que la caridad no se reducía a una teoría ni a un ideal abstracto, sino que se enmarca en el rostro concreto del hermano, donde Cristo mismo se hace presente, remarcando a su vez que en cada uno de ellos fue descubriendo el llamado constante a amar sin medida, aun conociendo sus límites y confiando en que el Señor lo sostendría.
“Hoy elevo mi corazón en acción de gracias a Dios por el don del ministerio y por haberme sostenido en estos años de servicio. Reconozco mis fragilidades y pido que me sigan acompañando con su comprensión, paciencia y oración, porque el sacerdocio se fortalece en la comunión con el Pueblo de Dios, que con su fe y su cariño ayudan al pastor a crecer y servir mejor”, rezaba parte de la carta del cardenal.
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Reconoció que este aniversario significa también un tiempo de renovación en su compromiso, pidiendo a su vez a Dios la fortaleza y sabiduría para anunciar el Evangelio con fidelidad y seguir acompañando a su pueblo en el camino de la santidad.
“Quiero expresar mi gratitud más sincera a mis hermanos obispos, diáconos, sacerdotes, seminaristas, religiosas y religiosos, a todo el pueblo de Dios con quienes he compartido momentos de gran crecimiento espiritual en la unidad de corazones, en concordia”, remarcó el cardenal Martínez.
Aprovechó la oportunidad para agradecer también a sus fallecidos padres, a sus familiares y a sus amigos, ya que el apoyo de estos y la cercanía que le han dado fueron siempre un sostén que califico de invaluable para su vocación y ministerio.
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En Guairá habilitan exposición fotográfica por los 10 años de la visita del papa Francisco
Este martes, en el departamento de Guairá, quedó habilitada la exposición fotográfica en conmemoración por los 10 años de la visita del papa Francisco al Paraguay. La muestras retratan momentos únicos de aquella histórica visita del Santo Padre.
“Realizamos la habilitación oficial e inauguración de la exposición fotográfica. Es un honor que nuestro gobierno departamental pueda ofrecer este espacio de memoria y reflexión”, expresó el gobernador de Guairá, César Luis Sosa, durante la presentación.
La exposición es dentro de la gobernación y puede ser visitada hasta el 22 de agosto, de 8:00 a 19:00, para que puedan disfrutar de cada fotografía. “Abierto para toda la ciudadanía, donde cada imagen revive momentos de fe, esperanza y unión”, confirmó.
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La muestra ya estuvo presente en Asunción y Misiones, en este último lugar se habilitó desde el 15 al 16 de agosto, en honor a la memoria del artista plástico Delfín “Koki” Ruiz. La exposición reúne imágenes de destacados reporteros gráficos nacionales y está organizada por René González y Carlos Juri.
La actividad es de acceso libre y gratuito y tiene como objetivo, además de rememorar el paso del Santo Padre por nuestro país, generar un espacio cultural del cual pueda disfrutar el público de todas las edades.