Ciudad del Este. Agencia Regional
La Unidad de Salud Familiar San Agustín logra una comunicación inclusiva con pacientes con discapacidad mediante el uso del lenguaje de señas. La responsable de la empatía con los pacientes es la agente comunitaria Adriana Bogarín, quien tiene formación en señas comunicacionales y con ello marca la diferencia en la asistencia.
Durante una visita domiciliaria, el equipo conformado por la doctora Ingrid Recalde, la técnica en enfermería, Mariza Espínola, y la agente Adriana Bogarín, realizó asistencia y vacunación a integrantes de una familia en cuya vivienda reside una paciente de 101 años, su hija de 74 años y la nieta de 54 años, quien es sordomuda.
Adriana Bogarín recurrió a su formación en el lenguaje de señas para comunicarse con la nieta de la mujer, quien estaba preocupada por el estado de salud de la abuelita y debía conocer sobre las indicaciones para ayudar en su atención.
El personal de salud acudió al domicilio para realizar consulta médica, entregar medicamentos y aplicar la vacuna contra la influenza a los miembros de la familia.
En ese contexto, Adriana se comunicó mediante señas con la nieta de la paciente, explicándole el estado de salud de su abuela, el tratamiento indicado y brindándole orientación emocional y práctica para su cuidado. La conexión lograda mediante esa comunicación inclusiva marcó un mejor resultado en la asistencia, según reportó la región sanitaria.
“Esta comunicación no solo facilita la comprensión de diagnósticos y procedimientos, sino que construye puentes de confianza entre el personal de salud y la comunidad”, señaló la doctora Ingrid Recalde. En el territorio de la USF San Agustín son siete personas con dificultades de habla y audición, que son acompañadas por el equipo de salud.
Formada en el Instituto Antonio Próvolo
Adriana Bogarín contó a La Nación/Nación Media que es química farmacéutica y que se formó en lenguaje de señas en el Instituto Antonio Próvolo, de Ciudad del Este, donde cursó del séptimo al noveno grado de la Educación Escolar Básica. En dicha institución se capacitó en el lenguaje de señas, siendo un colegio especializado en atención a personas discapacitadas.
Desde hace cinco años forma parte del equipo de la USF San Agustín, donde, además de sus funciones habituales, hace de intérprete para personas con dificultades auditivas o del habla. Durante la pandemia, en los sitios donde le correspondía realizar vacunaciones a las USF, fue de gran ayuda en la comunicación con las personas que requerían del lenguaje de señas.
“Duele cuando te cuentan que no acuden porque no se les entiende”
Con la voz quebrada, Adriana contó que la reacción de las personas cuando logran comunicarse, le genera una emoción indescriptible. “Duele cuando te cuentan que varias veces no acudieron a un lugar porque no se les entiende o no se les tiene paciencia, pero ahora llegan a la USF o nos reciben contentos en sus casas, es algo que incentiva”, refiere la profesional.
Mencionó que nos hace falta más empatía con la gente y “no cuesta nada ponernos en el lugar de los demás”, además de contar que cuando asistía al Instituto Antonio Próvolo, en la elección de materias optativas, ella se decidió por la formación en el lenguaje de señas, porque siempre le interesó ayudar.
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