Por: Micaela Cattáneo
El 9 de noviembre, la banda británica de rock progresivo dejó a todos sus fans boquiabiertos: lanzó Simulation Theory, su octavo álbum de estudio. Desde Drones (2015), su disco anterior, Matt Bellamy, Christopher Wolstenholme y Dominic Howard se tomaron el tiempo —entre giras, entrevistas y conciertos varios— para crear un material discográfico totalmente recargado.
Simulation Theory salió al mercado con tres versiones: una estándar con 11 canciones, una de lujo con 16 temas y otra de superlujo, en la cual se destaca el arte de Paul Shipper, quien trabajó en producciones como las de Star Wars: The Last Jedi y Avengers: Infinity War.
Con una portada futurista, hecha por Kyle Lambert —quien fuera el artista digital de los pósters de Stranger Things y Jurassic Park—, el disco adelanta el viaje vanguardista que supone cada composición de adentro, en las cuales sobresale un sonido eléctrico superecléctico.
Canción necesaria: Pressure, porque es el portal para entender el eclipse de las demás canciones.
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Tiempos de featuring
Se juntan dos artistas, graban una canción y las radios explotan. Hoy, el negocio de la música parece moverse a través de los featuring o colaboraciones. ¿Una cuestión artística o pura estrategia comercial?
Texto: Micaela Cattáneo
No fue una tarde cualquiera de 1981. Los Queen se habían juntado en su famoso estudio de grabación (Mountain Studios) en Montreux, Suiza. Como de costumbre, craneaban una nueva canción. En medio de la improvisación, uno de los ingenieros de sonido, David Richards, los interrumpió para contarles que David Bowie estaba por la ciudad y que lo había llamado para que pasara por ahí.
Así, casi como una fotografía espontánea, se creó una de las colaboraciones más importantes de la música: Under Pressure. En principio, Bowie grabaría los coros de una canción de la banda (Cool Cat). Pero ni él ni Mercury habían quedado contentos con el resultado. Y ese mismo día, después de unos cuantos rifs y copas encima, se animaron a improvisar sobre la base musical que había hecho el baterista, Roger Taylor, para Feel Like.
No fue la única vez que dos grandes del rock fusionaron sus talentos en una canción. Mercury lo hizo también con Michael Jackson en State of Shock, pero la canción quedó inconclusa y el “Rey del pop” decidió grabarla finalmente con Mick Jagger, de los Rolling Stones. Jackson no se quedó atrás con el asunto de las colaboraciones, y sacó Say, say, say junto al más romántico de los Beatles, Paul McCartney.
Su compañero de ruta, John Lennon, también se dio sus gustos, y acompañó a Chuck Berry en una versión del clásico Johnny B. Good, y a Elton John en su concierto en el Madison Square Garden, en 1974, porque apostó que su tema Whatever gets you thru the night no tendría éxito. Elton no pensaba lo mismo. Y el 28 de noviembre de ese año, el Beatle cumplió su promesa y subió al escenario neoyorkino, donde esta canción y otras, como Lucy in the Sky With Diamonds y I Saw Her Standing There, sonaron más vivas que nunca.
En muchos casos, las colaboraciones de esa época eran reversiones de temas que no paraban de sonar en la radio, pero refrescadas por las voces de otros artistas de la escena. También, una suerte de homenaje o testimonio de admiración entre grandes referentes del rock, como lo que ocurrió con Elton John y Axl Rose en el concierto tributo a Freddie Mercury en 1992, donde cantaron uno de los Bohemian Rapsody más fibrosos que escuché en mi vida.
“Personalmente, prefiero quedarme con el legado artístico que significó la posibilidad de conjunción entre músicos de diferentes o similares características, o estilos, que supuestamente su propio ego no les hubiese permitido juntarse. En ese sentido, creo que hubo colaboraciones fabulosas. Pero también es claro que legaron esa especie de 'experimento comercial de marketing' que ahora es explotado de manera, en muchos casos, hinchapelotas”, reflexiona el melómano Eulo García.
“Las colaboraciones son algo común en el pop y el rock desde hace décadas, más concretamente desde los 70. En el jazz ocurre desde mucho antes. Creo que hoy, gracias a Internet, son más fáciles de realizar y más visibles, también”, agrega el ex comentarista de metal, rock y jazz, Rodrigo Carvallo Croskey.
Cuando la fusión funciona
El año pasado, para celebrar sus 10 años en streaming, Spotify reveló un ránking de las canciones más escuchadas en la plataforma. De las 10 seleccionadas, tres eran colaboraciones, entre las que se encontraba el rémix de Despacito, cantada por Luis Fonsi, Daddy Yankee y Justin Bieber.
Sobre este hit del verano de 2017 se cuentan muchas cosas: que en su etapa beta sonaba a una cumbia colombiana, que la impronta de Daddy Yankee fue un golazo en la producción, que fue la canción más escuchada del mundo y que ganó un récord Guinness por eso; que la versión con el cantante canadiense Justin Bieber triplicó su éxito y que uno de sus covers más emotivos (entre los tantos que tiene) es el de la surcoreana JeA.
Despacito es un claro ejemplo de lo que decía Oscar Sayavedra, ex director artístico y de márketing de los sellos EMI y BMG, en una entrevista para el diario El Mercurio (Chile): “El boom comenzó en Puerto Rico con las colaboraciones entre reguetoneros. Pero no es un fenómeno nuevo, sino uno progresivo que viene de la época del jazz y se hizo popular con el hip hop. Luego se expandió al reggae y de este pasó al reguetón”.
¿Un asunto artístico o una cuestión meramente comercial? El análisis es diverso. Para el sello discográfico Simple Music, los featuring son estrategias de marketing; respuestas ante los nuevos conceptos de “lo masivo”. “La tecnología eliminó los formatos antiguos. Lo físico casi no existe (cedé). Son tiempos más radicales, y eso obliga a buscar nuevas estrategias para perdurar en el tiempo y posicionar un tema, sobre todo con la cantidad de talentos que surgen por segundo. El acceso a los contenidos es mayor y efectivo, por eso la estrategia debe ser buena”, responde el gerente general de la firma, Óscar Troche.
Por su parte, Eulo García siente que esa abundancia actual de featurings es más una necesidad de la industria por sobre otros intereses artísticos musicales. “Sabemos que esta ha sufrido cambios radicales en los últimos 20 años, y pareciera ser que cada vez es más difícil mantenerse en los charts mediante la sola calidad musical o interpretativa de los artistas. Por eso, hay una búsqueda permanente de 'novedades' que, como se dice, sacudan la banca”, comenta.
Pamela Ruiz Díaz, del sello discográfico Planea Música, señala que en la industria, cuanto más novedoso y completo es el artista, mejor. “Un feat. ayuda a ampliar nuevos oyentes; a llegar a donde jamás se pensó. El público es exigente, quiere contenido todo el tiempo, y esto obliga al músico a estar en constante movimiento, creando, compartiendo, teniendo shows, etc.”, señala.
Puntos a favor
Los featuring son más frecuentes en la música urbana, en muchos casos como disparadores de artistas emergentes. Sin embargo, con el último disco de Madonna, Madame X, se puede comprobar que hasta los artistas de más trayectoria, a veces, necesitan un empujón. “Madonna está consagrada en la música, pero es de otra generación. Creo que las colaboraciones son ese salto al presente, casi casual, hacia nuevos fans”, destaca Pamela.
Sólo piénsenlo: ¿hubiese tenido la misma repercusión su disco sin los feat. con Maluma, Anitta, Swae Lee y Quavo? O qué me dicen del último lanzamiento de Ed Sheeran, No. 6 Collaborations Project, un álbum que habla por sí solo: featurings de pies a cabeza. Aunque de manera menos orgánica que en otras décadas, la tecnología sumó para que esto del feat. explote. “Hizo que grabar una canción sea más fácil, pese a que los artistas involucrados se encuentren en lugares diferentes del mundo”, explica Julio Troche, músico y productor de 4Kcho Records.
Rodrigo Carvallo concuerda en que lo digital favoreció para aumentar la producción de temas. “Hoy, se envían las pistas grabadas a un estudio y allí se mezcla todo. En cuanto al consumo, también. Porque nos pone al alcance del dedo del mouse o de la pantalla, una cantidad de música antes inimaginable. Por lo tanto, las colaboraciones se convirtieron en una forma de destacar en el variopinto menú musical, de por sí muy competitivo”, sostiene.
A quien siempre lo “acusan” de “hombre featuring” es a Pitbull. Y es que no le ha ido nada mal con esto, ya que sus mayores éxitos han sido colaboraciones (como On the floor con Jennifer López). “En gran parte sí es una cuestión de marketing, pero seguirá siendo la canción la que determine el éxito. Una buena canción pesa siempre más que quiénes la puedan interpretar”, opina la comunicadora de Planea Música.
Eulo defiende “la necesidad artística de complementarse” como la principal motivación para la creación de un feat. “En primer lugar, para intentar acercarse cada vez más a lo que un músico se imagina acerca de cómo debe sonar una canción; en segundo lugar, para que funcione verdaderamente, no tanto en el sentido comercial, sino laboral (contratos, conciertos, etc.). Y para que esto suceda, no basta solamente con que los músicos sean virtuosos, sino que exista una conexión sensorial que permita que la música funcione”, concluye.
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LA BITÁCORA DEL TIEMPO: La reina de los condenados BSO
Texto : Matías Irala
Llegó mi celebración favorita del año —Halloween—, por eso decidí desempolvar la banda sonora de La reina de los condenados, film que tuvo la responsabilidad de seguir la saga de Entrevista con el vampiro, película dirigida por Neil Jordan que trasladó al vampiro literario de Anne Rice más conocido como Lestat (interpretado por Tom Cruise) a las pantallas del cine.
La segunda película no pudo lograr el cometido de la primera debido a un terrible guion y casi nulas conexiones de la narrativa con el material literario. Pero hubo algo positivo detrás del aparatoso film: una impecable banda sonora.
Jonathan Davis —que por aquel entonces se coronaba como el rey del nu metal—fue el encargado de armar las composiciones y convocar a colaboradores como Marilyn Manson, Charles Bennington (vocalista de Linkin Park), Chino Moreno (Deftones), la peculiar voz de David Draiman y Wayne de Static-X, por mencionar a los más emblemáticos, ya que la lista sigue.
Si bien la película no es una obra del séptimo arte, la banda sonora merece todos los aplausos, gracias a esa fórmula que combina atmósferas oscuras, riffs pesados y experimentaciones musicales que dan testimonio de lo que fue la fiebre del aggro metal en la primera década del 2000 y una antesala a la línea que haría David —con Korn— en el disco del 2002, Untouchables.
Canción necesaria: System, por ser un pasaje tenebroso dónde la voz de Charles Bennington rasga todo su potencial vocal.
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Con la música en las venas
El dj y compositor británico Mark Ronson deja momentáneamente de lado su faceta de productor musical para dar un concierto el próximo noviembre, en el Miller Music Amplified, evento exclusivo que realizará la marca en Budapest (Hungría).
Texto: Micaela Cattáneo
@micaelactt
Fotografía: Gentileza
Lo primero que se comenta de Mark Ronson, cuando su nombre aparece como tema de conversación, es que fue el productor estrella de Back to Black, el último álbum de estudio de la cantante británica Amy Winehouse. En 2008, cuando este disco ganó el Grammy a “Mejor Álbum Pop”, él obtuvo el mismo premio en la categoría “Mejor Productor del año”. Sin embargo, su aventura musical no empezó tras bambalinas.
Ronson es también dj y compositor. De hecho, mucho antes de producir música para Christina Aguilera, Lilly Allen, Robbie Williams y Bruno Mars, él hacía temas para sí mismo. Here Comes The Fuzz es el nombre de su primer disco. El álbum tuvo buenos comentarios, pero las ventas no reflejaron lo mismo. Por eso fue que se volcó de lleno a la producción y a las mezclas en la consola. “Cuando estás escribiendo para otras personas, tratás obviamente de estar en sintonía con su inspiración y sus ideas. Es siempre una colaboración”, responde.
Mark confiesa que, más allá de los avances que existen dentro del estudio de grabación, sigue usando tecnología de 1960, máquinas y equipos analógicos para crear música. “Disfruto usando equipos digitales, a veces son más convenientes para los videos, etc., pero desde que conocí a Dap-King, trabajando para Amy en Back to Black, vi lo importante de usar equipos viejos. Tenemos mucho respeto por la forma en que las personas hacían música en los 60 y 70, inclusive en los 80, así que conservamos vivas muchas de estas técnicas”, comenta.
Para él, las nuevas herramientas no son parámetro para decir que ahora es más fácil componer una canción. “Cuando empezás tu carrera, vas mejorando de a poco, porque adquirís experiencia, pero eso no significa que escribas mejores músicas. Es decir, entendés mejor el proceso, pero quizás no todos los días salga algo bueno. Uno sólo debe ir y esperar a que llegue la inspiración”, explica.
Después de haber fundado su propio sello discográfico, Allido Records, sacó otro álbum, Version, el cual fue nominado a “Mejor Álbum del año” en los Premios Brit, en 2008. “No todas mis músicas fueron exitosas, pero creo que a la hora de componer lo más importante es que sean genuinas y que no solo trates de que sean un hit”, declara.
Mark Ronson nombra a Stevie Wonder como su artista favorito y a Queens of the Stone Age, como su banda preferida. Aunque tampoco olvida a The Beastie Boys como una banda que lo inspira. Cuando tiene que elegir un trabajo propio, menciona a Late Night Feelings –su álbum más reciente– porque tiene recuerdos geniales de su elaboración. “Todas las personas que trabajaron conmigo, desde Angel Olson, Miley Cyrus y King Princess son realmente buenas personas y tuvimos experiencias interesantes trabajando en la música”, señala.
Además, revela que al producir un álbum trata de “capturar una emoción honesta para hacer música lo más poderosa posible”, y que eso no cambia, sea Amy, Miley o cualquier otro/a intérprete. “Sí creo que en mi último álbum algo cambió. Antes, solía hacer más álbumes como dj, pero siento que con Late Night Feelings, por primera vez, puse más emoción y melancolía”, agrega.
Experiencia Miller
En noviembre, Mark Ronson brindará un concierto exclusivo para los invitados del Miller Music Amplified, en Budapest. Miller Genuine Draft organiza este evento con el fin de conectarse con sus consumidores a través de la música. La marca llevará a sus invitados de todo el mundo hasta la capital de Hungría para que, durante tres días, vivan una experiencia excepcional de la mano de este ícono musical.
“Es la primera vez que participo en un festival así. Estamos preparando un concierto especial, creo que va a ser un show increíble y una experiencia única para todos. No quiero revelar mucho, pero hace años que no toco en un festival, así que será realmente emocionante para mí”, adelanta.
Miller Paraguay llevará invitados a este evento exclusivo en Budapest, y el público podrá vivir la experiencia con ellos a través de las redes sociales de @millerparaguay.
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Kuña Jesareko y las relaciones del mirar
Texto: Jazmín Ruiz Diaz
Septiembre es un mes importante para mí. Cuando miro hacia al pasado, en el mismo mes, durante diferentes años, me mudé de país, viajé, estrené obras de teatro, tomé decisiones importantes. Por eso, significa un mes de cambios y renovación. Este año no es la excepción, además de mudarme, en septiembre cumplo un sueño largamente anhelado con el lanzamiento de un libro del que formo parte. El libro se titula Amalgama: Mujeres, identidad y diáspora y es una publicación del proyecto que lleva el mismo nombre, dedicado a promover el trabajo de artistas latinoamericanas en Reino Unido. El lanzamiento está marcado para el 25 de septiembre, en el Instituto Cervantes de Londres. Mi colaboración se da con un capítulo que escribí titulado La mirada de la mujer en tiempos de selfies.
Como el título lo indica, allí reflexiono navegando a través del trabajo de artistas paraguayas en Instagram sobre el poder de la mirada, cómo esta se construye y deconstruye y por qué es importante analizar desde dónde miramos. Pero principalmente, el ensayo se enfoca en cómo estas artistas colaboran con nuevas formas de mirar nuestra cultura y nuestra sociedad, y de este modo, cuestionan los imaginarios preestablecidos de lo que significa ser una mujer paraguaya, hoy. Regina Rivas, Adriana Peralta, Leticia Sayuri, Mayeli Villalba, Leonor de Blas y Sandra González son las protagonistas de este capítulo; así como la artista colombiana Viviana Troya, en cuyo trabajo se encuentran muchos planteamientos similares que sirven para trasladar la discusión a nivel de Latinoamérica. ¿Por qué realizar esta reflexión enfocada en Instagram? Porque considero que es el espacio donde mejor se traducen las relaciones del mirar en el contexto actual, intermediadas por la tecnología, los smartphones y los likes.
El ensayo no es una cosa aislada. Es la continuación de un proyecto que lleva más de un año titulado Kuña Jesareko, nombre que sale de la traducción de “mirada femenina” al guaraní. El mismo empezó en marzo de 2018, cuando junto a la ilustradora Regina Rivas lanzamos una convocatoria en Instagram invitando a mujeres que suban imágenes (fotografías, ilustraciones, incluso selfies) que para ellas hagan referencia a temas como el cuerpo, el placer y el deseo. A partir de allí empezó un trabajo de curaduría digital, donde fui rastreando las imágenes publicadas con el hashtag #KuñaJesareko para repostearlas en una cuenta de Instagram que lleva el mismo nombre (@kunajesareko, sin la “ñ”, ya que esta plataforma no reconoce esta consonante tan utilizada en español y guaraní).
El resultado final fue una exhibición online que se puede visitar en el blog (www.kunajesareko.org), donde hay una selección final de 25 imágenes agrupadas en cinco categorías y acompañadas de cinco ensayos sobre la mirada de las mujeres en Paraguay. Estas secciones se titulan: A través del espejo, acerca del autorretrato, las selfies y otros modos de autorrepresentación; Identidades caleidoscópicas, enfocada en imágenes que cuestionan los estereotipos acerca de la mujer paraguaya; El cuerpo como manifiesto, donde el desnudo como género es interpretado en un sentido político; Materializando el deseo femenino, en el que las autoras exploran temas como el sexo y el placer, y Mujeres que miran mujeres, el cual reúne retratos fotográficos de mujeres realizados por otras mujeres.
Todo este trabajo fue presentado como tesis de la maestría que realicé en Industrias Culturales y Creativas en King’s College London. A partir de allí, la cuenta en Instagram continuó como un espacio desde donde dar a conocer el trabajo de artistas paraguayas, y la idea es que siga creciendo. En marzo, invitada por Denise Genit y Cori Da Ré, diseñadoras y empresarias al frente de la tienda de ropa Oh Sí, realizamos la exhibición física de Kuña, como parte de su serie de eventos Cuando nos juntamos pasan cosas lindas. Mientras, en junio de este año, ya después de empezar el doctorado, participé del primer Simposio sobre Investigación en Arte y Cultura Latinoamericana en Reino Unido, realizado en Oxford. Allí tuve la oportunidad de disertar sobre el proyecto y conocer a Daniela Galán, quien presentó en el mismo evento el trabajo que viene realizando desde Amalgama y me invitó a colaborar con el libro que estaban preparando.
Todo este camino recorrido por Kuña Jesareko hasta el día de hoy me recuerda la motivación inicial del proyecto. Como trabajadora de medios que se movió siempre entre los mundos editoriales y de moda, mi interés fue siempre colaborar con apropiarnos de estos espacios y construir desde allí con discursos donde nos sintamos representadas. En tiempos donde lo estético está omnipresente, la línea entre arte y medios se vuelve difusa; pero en ambos casos el mensaje es el mismo: Si las relaciones de mirar son relaciones de poder; entonces, también allí hay una rebelión que está en nuestras manos.