Las alfombras son grandes aliadas a la hora de decorar diferentes ambientes del hogar o la oficina. Estas piezas son consideradas esenciales para delimitar espacios dentro de un mismo lugar, y además, otorgan siempre un toque especial a cada estancia. En esta nota te ayudamos elegir la adecuada.
Texto: Nora Vega
El origen de las alfombras data de muchos años a.C. Su uso en los hogares occidentales —como elemento para sentarse en el suelo— se dio recién en el siglo XVIII, tras la apertura de las rutas comerciales (ya en el siglo XVII) a través de las cuales llegaron las primeras alfombras persas a este lado del mundo.
El tejido de las alfombras es, sin lugar a dudas, una de las más elevadas manifestaciones de la cultura y del arte persa, que se remonta a la Edad del Bronce. Ellas no solo son las encargadas de dar vida a los pisos, sino que transmiten también esa sensación de calidez que tanto se busca.
Tipos de alfombras
En la actualidad, la diversidad de alfombras que existe en el mercado es impresionante y se diferencian por el estilo, la calidad, la textura, el color y el diseño. Entre ellas podemos nombrar a las alfombras modulares que son utilizadas de muchas maneras. Son adaptables a cualquier superficie y pueden ser movidas las veces que sea necesario.
Las alfombras tipo carpetas son útiles a la hora de evitar el contacto directo con el suelo. Por ejemplo, son muy utilizadas debajo de los comedores, en las habitaciones o en la sala. Son los complementos perfectos para cualquier espacio que se quiera personalizar.
Por otra parte, las alfombras de vinilo son resistentes a la humedad y a la suciedad. Se consiguen lavar con facilidad y se usan generalmente para exterior. Otras muy requeridas son las alfombras de nylon, sobre todo para las zonas con mucho tráfico porque están hechas de un material resistente y duradero.
Existen también alfombras de cuero, de lana, de piel de vaca, de piel de cebra, de yute, de bambú, alfombras kilim, marroquíes y la lista continúa. Lo importante es crear con este complemento una atmósfera acorde con las texturas y los tonos de los muebles existentes y esto aplica tanto para las oficinas como para las casas.
Factores a tener en cuenta
Lo estético tiene una preponderancia única en este campo, pero también hay que considerar el espacio en el que estará la alfombra, la medida de la misma y de los muebles, el estilo que se busca lograr y no hay que olvidarse de la comodidad a la hora de limpiar.
Para estancias pequeñas, lo mejor es optar por tonos claros. Los mismos van a ayudan a ensanchar el espacio, y de paso, aportarán mayor luminosidad. El resultado será fantástico. En cambio, si tenés un gran espacio lo mejor es elegir alfombras oscuras. Una apuesta excelente que dará calidez al ambiente sin fallar.
La medida es esencial. No hay nada peor que una alfombra que le quede chica al lugar. Para el comedor hay que prever un detalle muy importante: las sillas tienen que quedar dentro de la alfombra, incluso cuando las movamos para levantarnos. Lo ideal es que sobresalga unos 60 cm aproximadamente por cada lateral de la mesa.
La limpieza es un punto clave. En lugares de mucho tránsito como los pasillos, tratá de optar por alfombras con estampados o dibujos. ¡Adiós a tanto estrés! ya que son perfectas para disimular las manchas y, además, aguantan mejor la suciedad.
La elección de color es más importante de lo que pensamos. Es básico pensar qué colores te gustan y con qué colores te gustaría vivir todos los días, aunque estén de moda ciertos colores cada uno tiene sus favoritos y las propuestas son infinitas.
Una alfombra debe estar siempre centrada a algo. En la oficina, la alfombra debe centrarse con el escritorio; en la sala con el sofá y así sucesivamente. Acordate que éste es un elemento que tiene el poder de transformar los espacios por completo.
Hay que poner especial atención a las puertas. Es primordial que no haya ninguna alfombra que dificulte su abertura.
Una idea interesante es fusionar texturas para crear algo más atractivo, como por ejemplo, combinaciones de alfombras de pelo alto y corto.
Trucos para tener una alfombra brillante
Lo primero que tenés que hacer en caso de que se haya derramado algo es limpiarlo rápidamente con un paño húmedo. Las toallas de papel de la cocina también sirven para esto.
Para manchas leves solo necesitás dos tazas de agua con una de vinagre en un difusor. Rociá la mancha y a continuación, pasale la plancha. ¡Solucionado en minutos!
Otra genial idea para eliminar las manchas es tirarle sal, enrollar la alfombra durante unas horas, luego desenrollarla y aspirar los restos de sal.
Si se derrama vino tinto este se puede eliminar fácilmente frotando la zona afectada con agua gasificada y, a continuación, extendiendo una espuma limpiadora. Manchas de té o café se limpian frotando la mancha con una mezcla hecha con detergente y vinagre blanco.
Nada mejor que girar las alfombras de vez en cuando para cambiarles el sentido evitando así que se desgasten siempre en la misma zona. Conseguí una casa de revista con estos simples trucos.