Aunque esta moda se adapte perfecto a los looks de invierno, sin dudas se destaca más en primavera y, sobre todo, en verano. El término para darle nombre a esta superposición de capas es jewerly layering, y se trata de aplicar un collar tras otro, teniendo en cuenta los tamaños y texturas de cada uno de ellos.
Esta tendencia volvió de su época cumbre: los años 90. La generación que vivió esta moda aprovechó al máximo esta idea de superponer las prendas (layering), tal es el caso del vestido de tirantes encima de las blusas; de los vestidos largos sobre los pantalones y con un campera o blazer, o de los chalecos a cuadros sobre las camisas oversize, entre otros.
Ese estilo está volviendo, y ya no sólo con prendas sino también con los accesorios. Lo ideal es superponer colgantes de distintos tamaños, ya sea en tonos iguales o con texturas diferentes, de modo que podamos resaltar el look que elegimos y a la vez no sea un detalle que pase desapercibido.
Con esta tendencia, más es más, sobre todo porque hay que saber llevar varios collares a la vez. Para lograr ese efecto “cascada” se puede utilizar en primer lugar una gargantilla y luego colocar colgantes medianamente largos y extralargos. Estos accesorios van con cualquier look de cualquier temporada, pero lucen aún más cuando son escotes bien profundos, por eso cada verano son todo un éxito.
Si bien es posible aplicar la técnica con los diversos collares que tengamos, también es posible conseguir este efecto con accesorios únicos, ya que en el mercado hay cadenas individuales que están inspiradas en esta tendencia.